domingo, 18 de enero de 2015

ISLAMISMO Y YIHADISMO, ¿ ES LO MISMO, O NO ES LO MISMO?


*El articulo de esta semana, se desvía un poco de la temática tratada en este blog, pero dada la importancia y la actualidad del tema me parecía oportuno publicar este interesantísimo articulo que me cede para su publicación, mi amigo, bajo el seudónimo de Rumpelstylsky. Espero que disfrutéis de su lectura de la misma manera que lo hice yo.

Me siento algo descolocado ante los recientes atentados acaecidos en París. Quisiera ser fiel conmigo mismo, con mis sentimientos y pensamientos a la hora de posicionarme sobre este tema. Pero estamos pisando un terreno muy delicado, en el que una cosa y la contraria, pueden ser igualmente motivo de ofensa para según quién. Por eso quisiera hacer mi propia reflexión sobre este tema, para sincerarme con lo que realmente siento desde lo más profundo de las entrañas, como diría Pérez Reverte, desde las tripas.


En primer lugar y para no resultar sospechoso, a falta de que otros lo hagan por mí, me definiré como una persona de raza oriental (también denominada amarilla), de raza negra (también denominada de color), de raza blanca (también llamada blanca), y de religión católico, musulmán, judío, budista, ortodoxo, protestante… Le doy mi más sincero abrazo a mi amigo negro Senowua, a mi amigo gitano Melchor, o a mi amigo musulmán Abdelhadi, y si hace falta me acerco al todo a cien de mi barrio y abrazo a un chino.  Pero sobre todo, soy ateo con un toque de agnóstico, o al revés, según me levante esa mañana. 

Desgraciadamente para mí futuro, mi supuesta entrada en el paraíso va a ser imposible por ahora, a pesar de que, las variadas ofertas de las agencias turístico religiosas son muy tentadoras. La fe es un don que aún no me ha sido otorgado, un premio del que sigo sin ser agraciado a pesar de que no tengo inconveniente en jugar. Y a falta de fe, siempre pensé que la carga de la prueba reside en quien cree, y no al contrario, pues no soy yo quien debe demostrar que dios no existe, ni albergo interés alguno en hacerlo, es más, me alegraría muchísimo de su existencia, pues tengo un montón de preguntas que hacerle.  

Evidentemente y volviendo al título de este texto, Islamismo y Yihadismo, no son la misma cosa. Pero el poso de podredumbre que generan actos como el ocurrido en París, no se borran del inconsciente colectivo así como así, de hecho, generan alarma social, miedo, radicalizaciones, y sobre todo, la aparición de un amplio espectro lingüístico de significados que se adhieren a la piel de muchos ciudadanos, repulsa, aprensión, desprecio, recelo, odio, etc., y no sólo hacia los radicales yihadistas, pues la onda expansiva, afectará a todo lo musulmán, al islamismo en general. 

Cuando pienso en lo acontecido, mi repulsa e indignación por los actos de semejantes enfermos mentales y espirituales, es la repulsa e indignación de cualquier ciudadano libre, de cualquier persona mentalmente sana, de cualquier hombre ética, e incluso diría yo que, moralmente razonable, porque estoy bien seguro, de que ningún dios llama a sus hijos a matar.

Y es aquí donde al final entro en contradicción conmigo mismo, con mis ideas, donde me siento mal al confrontar lo que pienso y lo que siento por dentro. Porque cuando ahora en televisión, veo todas esas reivindicaciones solidarias de agrupaciones islamistas, llenas de mujeres con velos en la cabeza, y de imanes con sus caras agrias de tanto acatar e imponer los represivos mandatos de su dios, no puedo negar que dentro de mí se produce un sentimiento de rechazo contra el que intento luchar, pero en ocasiones, siento que pierdo la batalla. Porque no es sólo un rechazo visceral, sino argumentado en que, si bien, todas las religiones me parecen estúpidas en cuanto a la cantidad y calidad de minucias y despropósitos por los que hacen pasar a sus fieles (no comas carne el viernes, descansa el sabbat, te casas de blanco, te mueres de negro, ayuna en ramadán, a misa el domingo, viaja a meca, persignarte tres veces, no tengas pensamientos impuros, reza mirando para tal o cual lado, y así miles…), desde luego, si existe un dios, no concibo yo que deba estar pendiente de tanta majadería, y la religión islámica se lleva la palma en ese sentido. 

Por eso, cuando nos dicen, que no justifican la violencia de los yihadistas, que el Corán no dice eso, por su puesto les creo, pero también creo, que profesan una religión anclada en un pasado muy lejano, procedente de países, que lo queramos o no, por mucho petróleo que tengan, viven mentalmente en la Edad Media. No entiendo muchos de sus radicalismos, y lo malo no es eso, lo malo es, que cuando los traen a donde nosotros vivimos, no sólo chocan frontalmente con nuestra sociedad librepensadora, sino incluso con nuestra cultura, y lo que es más importante, con nuestras leyes.

Entre otras muchas cosas, no soporto ver mujeres huyendo de la ablación, o atrapadas en represivos burkas, por mucho que alguna me diga, que ella ha elegido vivir encarcelada en esa oscuridad. 

Para alcanzar nuestra defectuosa, pero querida democracia, millones de personas murieron luchando en guerras contra dictadores y reyes absolutistas. Antes de que yo naciera, muchos derramaron su sangre a lo largo de la historia para conseguir logros de igualdad, laborales, para la mujer, derechos de los niños, los animales, etc…, y sobre todo, el gran logro de la libertad. Cuando veo que de alguna forma, pretenden que traguemos de nuevo con costumbres u otros, procedentes del Medievo, que no me pidan que lo entienda. En Europa no se accedió a la libertad y posteriormente al sistema democrático por arte de birlibirloque, eso requirió un proceso en el que corrió mucha sangre, reyes fueron pasados por la guillotina, fascismos, comunismos, y otros ismos en los que muchos fenecieron para que nosotros disfrutemos ahora de ella, y de nuevos sospechosos inventos capitalistas como la sociedad de bienestar y demás. Ese es un proceso, que la mayoría de los países que traen aquí sus costumbres y religión, aún no han superado, y requiere adquirir una disciplina mental, un camino interior, y finalmente, levantarse en una revolución hacia quienes les subyugan, y todo eso, es un trayecto que ellos aún no han recorrido. Pero luego, ¡allí vamos nosotros!, hipócritas salva patrias, a implantar nuestra democracia a sangre y fuego, derrocando Gadafis, y Huseines. Los mismos a los que días atrás abrazábamos y bendecíamos vendiéndoles armamento, ahora queremos echar con la excusa de la libertad, de llevar nuestro demócrata invento a aquellos lugares. Porque claro, ¡nosotros somos los buenos!, y tras pulsar unos cuantos botones, “bombas inteligentes” de las que en televisión, únicamente vemos cómo vuelan y explotan, tal que si fueran los fuegos artificiales en las fiestas de algún pueblo, luego llegamos con nuestros flamantes coches de la ONU, y nuestros hospitales de campaña, a curar las heridas de pueblos en la ruina más absoluta. Doble moral para lavar nuestras sucias conciencias. Y todos aquellos mal nacidos gobernantes, que unilateralmente se lanzan sin pudor ni permiso de sus ciudadanos a esas guerras, lo único que han conseguido, es aumentar el odio de estos pueblos hacia nuestro supuesto, mundo “civilizado” ¿Quién duda ya hoy en día, que cualquier incursión sólo tiene fines económicos?, petróleo, gas, industria armamentística, etc. Todos esos gobernantes que un día dijeron: “invadimos porque tienen armas de destrucción masiva”, y meses después, tras provocar miles y miles de muertos, hombres, ancianos, mujeres, niños, ellos mismos reconocían que se equivocaron, sin asumir ninguna responsabilidad por tan terribles actos. Y afirmo al tiempo que pregunto, ¿no son también ellos en cierto modo terroristas? No creo que su terror sea menor en cantidad de muertos provocados, si bien la crudeza de las imágenes nunca será la misma, porque ellos sólo aprietan botones de moderno armamento, y eso queda muy bien en Hollywood. 

Ninguna violencia es justificable, y los yihadistas, eran sólo terroristas puntuales hace veinte años, antes de que Bush y sus secuaces tomaran decisiones tan torticeras como vergonzantes, según ellos, en defensa de nuestra libre y moderna sociedad de ciegos. No quisiera equivocarme perdiéndome en cifras, pero el terrorismo a aumentado exponencialmente, en unos pocos años en porcentajes imperdonables, y nosotros, “el mundo civilizado”, hemos sido el caldo de cultivo, porque un loco puede ser peligroso, pero si además le das argumentos para serlo, lo será más, y convencerá a muchos más locos para que lo sean con él.

 Por todo esto, me gustaría hacer una petición a unos y otros en favor de la libertad. A los musulmanes, para que no utilicen interesadamente el altar de nuestra libertad, en reivindicar su justo derecho a tener mezquitas, subvenciones y demás, cuando bien saben, que difícilmente cualquier otra religión puede montar un chiringuito en territorio islamista. Y a nuestros gobernantes pasados, presentes, y futuros, a los que no he visto hacer ningún tipo de autocrítica por los hechos ocurridos, para que no utilicen el altar de nuestra libertad, en justificar más guerras que lo único que han hecho hasta ahora, es crear un gigante de odio de donde apenas existía un enano. Desde tiempos inmemoriales, hemos entrado en guerras levantando estandartes en el nombre de algún dios, y yo que nunca creí en él, digo: ¡PORQUÉ NO LE DEJAMOS YA EN PAZ! Si queremos matarnos, al menos, llamemos a las cosas por su nombre. Igual que mi cuerpo rechaza un mal virus que lo enferma, mi mente rechaza una idea que la ensucia, y si sucios son los ideales de la llamada guerra santa de los radicales yihadistas, no es menos sucia la hipocresía de la sociedad económicamente desarrollada, que para mantener su estatus, abraza o reniega del tercer mundo según sus intereses.



 RUMPELSTYLSKY

Texto: Rumpelstylsky
Imagen: Europapress

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